[dropcap type=”4″]A[/dropcap]rizona, con sus impresionantes atardeceres y amaneceres, sus imponentes lugares como el Gran Cañón y Sedona, su sahuaros y ocotillos y mucho más, es un estado inmensamente bello. No es de extrañar, pues, que tengamos visitantes y nuevos residentes procedentes de todas partes de los Estados Unidos e incluso el resto del mundo. Con todas sus maravillas naturales y diversidad geográfica, no hay que ir muy lejos para experimentar cambios dramáticos en paisaje, tono y clima. Desde los picos de San Francisco hasta el Desierto de Sonora, y todo punto intermedio, Arizona ha sido ricamente bendecido por nuestro Creador.
La belleza y deber de la diversidad cultural
Nuestro estado también es hermoso debido a la rica diversidad cultural de la gente que vive aquí, una diversidad que ha seguido creciendo a través de los años, y se ve en el hecho de que, en nuestra diócesis, ¡la Misa se celebra en doce lenguas cada domingo!
Para algunos, Arizona es un buen lugar para jubilarse. Para muchos otros, sin embargo, Arizona es un lugar de oportunidades para encontrar trabajo y mantener una familia. Tal es el caso de los muchos inmigrantes y refugiados que han encontrado un hogar entre nosotros. De hecho, sería difícil encontrar una parroquia en cualquier lugar de nuestro estado que no es tocada y bendecida de alguna manera por los migrantes y refugiados.
Jesús nos llama, sus seguidores, a ser instrumentos de su amor, a entregar a otros la misericordia y la compasión que él ha prodigado sobre nosotros, independientemente de su credo, cultura, edad o estado de inmigrado. Somos todos hijos de Dios y todos somos redimidos por su preciosa sangre.
A veces puede que no sea popular cumplir con nuestro deber de acoger a otros. Pero no puede haber ninguna duda de lo que Jesús nos pide hacer, “Fui extranjero y me recibieron…cuando lo hicieron a unos de estos hermanos míos más pequeños, a Mí lo hicieron” (Mateo 25:35, 40).
Graves problemas que enfrentan a los migrantes y refugiados
Es por el amor de Cristo que la Iglesia Católica está especialmente preocupada con las políticas del gobierno que destruyen la unidad familiar. Hay incontables familias migrantes en la diócesis de Phoenix que tienen uno de los cónyuges legalmente presente en nuestro país y otro que no; hay otras familias con algunos hijos legalmente aquí y otros no. Los cónyuges y sus hijos son amenazados constantemente con la separación de sus familias debido a las políticas de inmigración que son inadecuadas para nuestros tiempos.
El grave problema con las políticas de inmigración actuales se ve, por ejemplo, en su impacto nocivo en aquellos niños que fueron traídos a este país a una edad muy joven y que han vivido aquí toda su vida. Obligándolos a regresar a un país que no pueden recordar o hablar una lengua que ya no conocen, no parece ser una solución apropiada.
De similares pero distintos motivos, la Iglesia Católica también se interesa profundamente en las necesidades humanitarias de los refugiados. Arizona cada vez más se está convirtiendo en el hogar de miles de ellos que han escapado países peligrosos y devastados por la guerra. Estas personas vienen de muchas partes del mundo y, a menudo, con poco más que una maleta en la mano. Vienen en busca de un hogar seguro para sus familias.
En ellos vemos el rostro de Cristo
El sufrimiento de estas poblaciones vulnerables no puede fallar en mover nuestros corazones y oblígarnos a responder. Debido a quienes somos en Cristo, no sólo rezamos por ellos, sino también que estamos llamados a respetar su dignidad humana y aliviar su sufrimiento.
Estoy profundamente agradecido por la bienvenida, que en nuestro nombre, lleva a cabo nuestra organización, los Servicios Comunitarios de Caridades Católicas. De hecho, es una de las pocas organizaciones sin fines de lucro en el Condado de Maricopa que ofrece excelentes servicios legales a bajo costo a los migrantes, además de diversos servicios sociales. CCCS tiene también un programa excepcional de reasentamiento de refugiados que proporciona una red de apoyo y bienvenida a sus clientes. Si no están familiarizados con estos programas, me gustaría animarles a aprender más acerca de ellos, junto con las oportunidades que están disponibles para ayudarles a proporcionar ayuda. Puede encontrarse más información en catholiccharitiesaz.org.
A medida que entramos más plenamente en la temporada de Adviento y Navidad, animo a todos a hacer una pausa para recordar a las familias que, no a diferencia de la Sagrada Familia, se sintieron obligadas a salir de sus patrias en busca de seguridad y un nuevo comienzo. Recordemos el sufrimiento de estas familias menos afortunadas que la nuestra y preguntémonos qué podemos hacer para ayudar a los de menos entre nuestros hermanos y hermanas.