Con apenas unos días hasta su ordenación al sacerdocio, el Diácono Fernando Camou dirigió sus pensamientos hacia tan esperada ocasión.
“Comencé a contar los días en noviembre”, dijo desde Roma, donde ha estado estudiando desde el 2011. “Hace aproximadamente un mes, tuve que parar porque me estaba volviendo loco”.
Creciendo en Glendale como uno de cinco hijos, el Diácono Camou disfrutó la música y el fútbol. La familia asistía a la Misa en la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Glendale, donde Fernando sirvió frecuentemente como monaguillo. A través de los años él y sus hermanas fueron parte del grupo de música.
“Él era un niño muy feliz, normal, que ayudaba a cuidar a sus hermanos y hermanas más jóvenes”, dijo su madre, Josefina Camou.
La familia Camou es muy unida y Josefina educó a los niños en casa. Uno de los recuerdos más vívidos del Diácono Camou es de su padre, que cada noche se arrodillaba al lado de la cama de su hijo y oraba.
“Decía: ‘Te quiero mucho y no puedo imaginar alguien que te quiera más, pero sé que Dios te ama más y sólo me ha prestado a tí por un corto tiempo’”, el Diácono Camou le recuerda diciendo. ‘Él es tu verdadero Padre y mi trabajo es devolverte a él’. Eso dejó grande impresión en mí”.
A los 14 años, mientras se estaba preparando para la confirmación, tuvo una experiencia transformadora. Por primera vez, dijo que vió a jóvenes adultos que conocían su fe, creían en ella y eran muy apasionados al compartirla. En un retiro ese año durante la adoración, tuvo un profundo sentido de la presencia Eucarística del Señor. La fé se convirtió en su propia fé, no algo que pertenecía solamente a sus padres.
“Fue cuando empecé a hacer la pregunta: ‘¿Qué es lo que Dios quiere que yo haga?’. Casi instantáneamente el sacerdocio vino a la mente como una opción potencial”, dijo el Diácono Camou.
Viviendo y estudiando en Roma ha puesto su fé en foco agudo. Ver las catacumbas, pasear por la Piazza Navona donde fue martirizada Santa Inés y otros recordatorios tangibles de la rica historia de la Iglesia han dejado profundas impresiones en este nativo de Arizona.
Todas sus clases — que son al nivel del postgrado de teología — han sido en italiano desde el primer día. Aunque él habla español y las lenguas están relacionadas, no fue algo fácil. Él está emocionado de estar regresando a su hogar en la Diócesis de Phoenix.
“La mejor parte de ser un sacerdote será el privilegio de estar presente cuando la gente encuentre a Cristo como yo le encontré cuando era chico”, dijo el Diácono Camou. Está anticipando el momento cuando el Obispo Thomas J. Olmsted de la Diócesis de Phoenix unja sus manos con el aceite crismal sagrado en la Misa de Ordenación el 27 de junio.
“La fragancia me recordará en ese momento que el Espíritu Santo con su dulce consuelo y sus séptuplos dones me asumirá y penetrará muy concreto para el ministerio de la Diócesis de Phoenix”, dijo el Diácono Camou.
Después de su ordenación, el Diácono Camou servirá como vicario parroquial en la Parroquia de Santo Tomás de Aquino en Avondale.