Tres seminaristas de Phoenix están a un paso formal del sacerdocio después de su ordenación al diaconado que tomó lugar el 31 de mayo.
Su ordenación fue transmitida en vivo desde la Catedral de SS. Simón y Judas a través de la Misa en AZTV 7 Cable 45, Radio Corazón Inmaculado 1310 AM y YouTube. El año del diaconado marca el primero de los estados clericales de la Iglesia y el último año de preparación para los hombres discerniendo el sacerdocio.
Los tres hombres, diáconos Sheunesu Bowora, Ryan Lee y David Loeffler, comenzaron a discernir su vocación religiosa en diferentes momentos de la vida. El Diácono Bowora llegó a la Diócesis de Phoenix desde Zimbabue para estudiar en una escuela de aviación cercana.El Diácono Lee entró en el seminario después de graduarse de la Universidad del Norte de Arizona y el Diácono Loeffler entró en un programa de formación de seminaristas mientras estudiaba en la Universidad Franciscana de Steubenville.
“Sus dones son tan diversos como sus antecedentes”, dijo el Padre Paul Sullivan, director de la Oficina Diocesana de Vocaciones.
Destacó el don de la alegría del Diácono Bowora, el don de compasión del Diácono Lee y el don de la perscipacia y la capacidad de compartir la fe del Diácono Loeffler. Los hombres servirán a las parroquias bilingües locales durante sus misiones de verano en la Diócesis de Phoenix. Predicarán, ayudarán en la liturgia y bautizarán a los niños.
“Lo que los une es haber encontrado al Señor en sus vidas y su convicción de que él los está llamando a servir a la gente de nuestra diócesis”, dijo el Padre Sullivan.
El Obispo Thomas J. Olmsted ofreció palabras similares para los seminaristas durante la ordenación televisada. Él les recordó, en la fiesta de la Santísima Trinidad, que llegaron a este día por el amor del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dijo que fue el amor divino que tocó a sus corazones y despertó un deseo de buscar amor y dárselo a los demás.
“En el momento en que se entregaron al amor, es decir a Dios, comenzaron a caminar en libertad, una libertad que sólo Dios puede dar”, dijo el obispo, “una libertad que les permite aceptar la invitación de Jesús, el Hijo Eterno del Padre: Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”.
La fiesta de la Santísima Trinidad es también un día en que el Evangelio de la Misa renueva el mandato misionero del Señor dado primero a los apóstoles, apuntó el obispo.
“Que estas palabras, queridos hijos en Cristo, siempre conmuevan sus corazones”.
El Diácono Loeffler ha sido conmovido con la idea de evangelizar como sacerdote durante la mayor parte de su vida. Su padre, Mike, recordó a su hijo mostrando interés tan joven como a los dos años y que ofrecía Misas imaginarias en casa con vestimentas en el tercer o cuarto grado.
“Veo al seminario como pulidor de los bordes ásperos, siempre trabajando hacia la perfección”, dijo Mike.
El Diácono Loeffler dijo que siempre ha amado la Misa y que enseñar a la gente a rezar la Misa será uno de sus mayores alegrías como sacerdote. Dijo que su tiempo en la Universidad Franciscana le permitió conocer a “la novia de Cristo — es decir, la Iglesia — en su completo esplendor”, teniendo en cuenta su encuentro con personas de todas las edades, y religiosos de diferentes órdenes y oración litúrgica en los diversos ritos.
El padre del Diácono Loeffler comentó acerca del nivel de compasión, comprensión y alegría de su hijo que proviene del aprendizaje y la difusión de la Palabra. Su hijo tuvo la oportunidad de predicar en su parroquia de San Pablo el 1 de junio y espera más práctica.
También espera seguir siendo sorprendido por la creatividad de Dios. Escuchando cómo él trabaja en las vidas de los demás enseña al diácono recién ordenado a gozarse en la obra de Dios y recordarle que él es un ministro de su trabajo.
“Cualquier cosa buena que yo diga o haga, es él quien trabaja a través de mí”, dijo el Diácono Loeffler.
El Diácono Lee reconoció el amor ejemplar de sus padres que fomentó su vocación sacerdotal. Vió cómo vivían para servir a sus tres hijos. Le atribuye al año pasado, sobre todo, su comprensión más profunda de la imagen de Cristo siervo que un diácono, y si Dios quiere, un sacerdote, abarca totalmente.
“Siempre he querido ser un padre, siervo, consejero y maestro”, dijo el Diácono Lee.
Espera ansiosamente el último año académico porque se imagina a sí mismo como hermano mayor de sus compañeros seminaristas estudiando en el Seminario Teológico de San Juan Vianney ubicado en Denver. Su madre, Rita, podría fácilmente verle abrazar ese papel.
Su hijo ya es hermano mayor, junto con su hermano gemelo, de la única hija de la familia. Además de eso, ella ha visto su profunda comprensión de la teología a través de su formación y su capacidad para explicar fácilmente las partes sencillas de la fe y las preguntas complejas.
Ella señaló un momento clave en la Misa de ordenación que duró unos 98 minutos. Fue cuando los tres jóvenes se postraron en el altar principal de la catedral.
“Creo que el momento más emotivo y dramático es ver a tu hijo entregándose, cara hacia abajo, totalmente al Señor”, dijo Rita, señalando que es un acto inusual y humilde de servidumbre.
Cris, el padre del Diácono Bowora, viajó desde Canadá para la ordenación y dijo que estaba encantado de ver el último paso en la vocación de su hijo. Algunos de sus familiares cantaron y bailaron en un semicírculo durante la recepción.
“Es bonito tener un niño crecer en los caminos del Señor y dedicar su vida a él como los primeros apóstoles”, dijo Cris.
En cuanto al diácono recién ordenado, tiene ganas de compartir las verdades de la Iglesia con otras personas que todavía no entienden el amor personal de Dios para cada persona.
“A pesar de que todavía soy un pecador y un ser humano, todavía puedo hacer su trabajo”, dijo el Diácono Bowora, “Dios es quien está haciendo el trabajo aquí”.
Su pronto deseo es predicar y presidir sobre un bautismo porque “tiene un efecto sobre el alma de alguien”.
El Diácono Bowora dijo que es una gran sensación poder dar de manera más concreta después de tanto apoyo durante ocho años de formación.
En palabras de gratitud durante los momentos finales de la Misa de ordenación, el Obispo Olmsted agradeció el apoyo de las familias, sacerdotes, líderes parroquiales y miembros del Club de Serra que apoyan activamente las vocaciones en la Diócesis de Phoenix.