El Obispo Thomas J. Olmsted dijo en su exhortación apostólica “Firme en la Brecha” que, “el hombre católico debe recuperar y vivir la virtud de la masculinidad Cristiana”.
Promulgada en la Fiesta de los Arcángeles, el día 29 de septiembre, el Obispo Olmsted pronunció “Firme en la Brecha: Una Exhortación Apostólica a los hombres católicos, mis hijos espirituales en la Diócesis de Phoenix” como un mandato a los hombres católicos para que se preparen para la batalla espiritual sobre sus almas y las de sus familias.
El nombre de la exhortación proviene del Profeta Ezequiel, “busqué entre ellos un hombre que levantara un cerco y se mantuviera firme sobre la brecha delante mí…” (22:30).
Con citas sobre las estadísticas de la disminución de involucración en la vida parroquial, y participación en los sacramentos, el obispo declaró, “aunque sabemos que Cristo le da la bienvenida a todo pecador arrepentido, sucede que cantidades enormes de hombres católicos están fracasando en el cumplimiento de las promesas que hicieron en el bautismo de sus hijos de llevarlos a Cristo y criarlos en la fe de la Iglesia”.
Al definir lo que significa ser un hombre católico, el obispo dijo que Jesús, completamente Dios y completamente hombre, es la perfección de la masculinidad. “Cada momento de Su vida en la tierra es una revelación del misterio de lo que significa ser hombre — o sea, ser completamente humano, y a la vez el modelo de la masculinidad”.
El Obispo Olmsted ofrece los santos como modelos de masculinidad, y recomienda a dichos hombres santos como ejemplos, tales como San José, San Francisco de Asís, Santo Tomas More, el Beato Pier Giorgio Frassati entre otros.
El obispo después nos dirige a la segunda pregunta de la exhortación, ¿cómo ama un hombre católico? El obispo describe los tipos de amor masculino: amigo, esposo y padre. Enfatizando la importancia de encontrarse con hombres como “hermanos en Cristo” y unirse a una hermandad Cristiana, el obispo ofrece como ejemplos las conferencias diocesanas de hombres, los Caballeros de Colón, y el movimiento de Cursillo entre otros.
“Vemos que Jesús llamó a sus discípulos hacia Él de tal manera que formaron profundos lazos de amistad y fraternidad”, dijo el obispo. Y añadió, “Estoy convencido de que ante las adversidades que enfrentamos hoy, si los hombres procuran una verdadera hermandad, traerán consigo hermanos en Cristo que serán aplaudidos en el Cielo”.
En describir cómo ama un hombre como esposo, el obispo reta a los hombre jóvenes a preparase para el matrimonio antes de conocer a sus futuras esposas. “Ese entrenamiento en sacrificio consiste en amar a su novia antes de conocerla; para que un día puedan decir ‘antes de conocerte, ya te era fiel’”.
Dirigiéndose a aquellos llamados a ser esposos, les recuerda de la exhortación de San Pablo cuando habla del amor a sus esposas como Cristo ama a la Iglesia. “Hombres ¡Esa es la gloria! Llamado al matrimonio, ustedes son llamados a ser Cristo para su esposa. Al proclamar esta verdad, el obispo dijo que, “mostrarán la luz de Cristo en un área de la sociedad muy obscurecida por lo que siempre ha amenazado el amor de esposos”.
“Tenemos que ver la castidad masculina por lo que es. De seguido esta virtud es vista en una luz negativa, como algo débil”, añadió el obispo. “La castidad es fortaleza y un rechazo a la esclavitud de las pasiones. Los cristianos siempre han creído que la castidad, en la vida matrimonial y en el celibato, es una liberación de la esclavitud del pecado y nuestras pasiones”.
Al enfrentar los pecados de la pornografía y la masturbación, el obispo expresó que mientras la cultura equivocadamente alienta estos hábitos “narcisistas”, enseñan al hombre a usar a otros.
“Piensen en la pornografía como nada menos grave que el adulterio”, declaró el obispo. “El intentar amar a otra persona mientras se practican estos actos narcisistas, sin ser transformados por la misericordia, de seguro acarreará graves daños”.
En considerar el contexto de las tentaciones, nos disponemos a la invitación de Dios y el envío de su gracia, dijo el obispo, agregando que se encuentra en el Sacramento de la Confesión “apoyo y gracia superabundante”.
“Creando pureza en el corazón, ustedes hombres, no solo verán a Dios en las mujeres de su vida pero también en ustedes mismos “¡la imagen de Dios!”. Incluso si la obscuridad parece insuperable, Cristo nunca nos abandona”.
Marchando hacia el final de su exhortación, el Obispo Olmsted observa que el número de niños que nacen fuera del matrimonio ha incrementado un 700% desde 1950, y anexando que hay personas en la cultura que no ven ningún problema con hogares sin papá.
“No se dejen engañar por esas voces que desean borrar las distinciones entre madres y padres, ignorando la complementariedad que es inherente en la misma creación.”, clamó el obispo. “Despierten y con amor retomen su lugar, dado por Dios, como protectores, proveedores, y líderes espirituales de su hogar. El papel de un padre como cabeza espiritual de la familia nunca debe ser entendido o tomado como un dominio, más bien como un liderazgo amoroso y guía cariñosa de aquellos en su cuidado”.
La paternidad, ya sea en familia o por medio del sacerdocio, refleja de manera imperfecta pero segura, la Paternidad de Dios el Padre, dijo el Obispo Olmsted.
¡Para vivir plenamente, todo hombre debe ser padre!” declaró el Obispo Olmsted. “Si no abrazas la vocación de esposo y paternal que Dios ha planeado para tí; estarás estancado en la impotencia de la “semilla” que se rehúsa a morir, se rehúsa a dar vida. ¡No te conformes con una vida a medias! La pregunta para un hombre no es ‘¿Estoy llamado a ser padre?’, sino más bien ‘¿Qué tipo de padre estoy llamado a ser?’”
En una sección especial para los abuelos, el Obispo Olmsted recuerda bien sus propios abuelos, que le transmitieron la fe, y los valores de trabajo arduo y el respeto por todas personas y la creación de Dios.
El Obispo Olmsted también alienta a aquellos que experimentaron la ausencia de un padre en sus vidas. “Hay muchas razones por las que los hombres dejan su puesto, o incluso, al permanecer en él, están distantes; y una de ellas es la falta de una experiencia positiva de paternidad en sus propias vidas”, dijo el obispo. “Esa herida en su corazón puede que aún no haya cerrado…permítanle a Cristo que les muestre al Padre que nunca abandona a Sus hijos, pero que incluso ofreció a Su propio Hijo amado”.
Para esos hombres que han fallado en su paternidad, también les animo a que pidan la guía de Dios Padre y busquen la renovación por medio de la oración y en el Sacramento de la Reconciliación.
El obispo concluyó su exhortación con un llamado a la acción — que los hombres de la diócesis sigan adelante confiados en su vocación como hombres y que abracen la libertad auténtica ofrecida por Cristo.
“Tenemos que dejar de permanecer al margen, levantarnos, e ir al frente de la defensa de la vida. Necesitamos fe como la de nuestros padres quienes defendieron a los hijos de las generaciones pasadas, y quienes dieron su propia vida antes de abandonar su fe en Cristo. Mis hijos y hermanos, hombres de la Diócesis de Phoenix, ¡Necesitamos mantenernos firmes en la brecha!”