Entre los puntos claves para entender al Papa Francisco están los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. En el primero de los ejercicios de cuatro semanas, descubres que tú mismo eres pecador, incondicionalmente perdonado y amado por Dios. Esta perspectiva conduce al Santo Padre a ver la Iglesia como un hospital de campaña, como madre y maestra y como una fuente de la misericordia. Es dentro de esta perspectiva Ignaciana que la enseñanza del Papa Francisco se entiende mejor, incluyendo su más reciente Exhortación Apostólica sobre el amor en la familia.
En la fiesta de San José, el 19 de marzo del 2016, el Papa Francisco publicó su Exhortación Apostólica sobre el amor en la familia, Amoris Laetitia en latín, en español “La Alegría del Amor”.
Con una longitud de 325 párrafos, puede parecer demasiado difícil de comprender. Pero de hecho está escrita en la misma forma amistosa y atractiva que hemos llegado a amar del Papa Francisco. Contiene gran compasión para las personas que viven en circunstancias dolorosas y difíciles (cf. #291) y, al mismo tiempo, contiene palabras inspiradoras acerca de las familias que permanecen fieles a las enseñanzas del Evangelio y “creíble la belleza del matrimonio indisoluble y fiel para siempre” (cf. #86).
En esta Exhortación Apostólica, hay mucho para conmover el corazón y la imaginación. Algunas partes son excepcionalmente bellas y te dejarán con hambre por más, así como también por un deseo de volver a ellas a menudo. Permítanme darles algunos ejemplos:
El Capítulo 4 sobre “El amor en el matrimonio” comienza con una interesante reflexión sobre el pasaje bíblico sobre el amor en 1 Corintios 13:4-7: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece …”. Escucha sólo un poco de lo que dice el Santo Padre sobre la paciencia (#92): “El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que sólo se cumpla la propia voluntad. Entonces todo nos impacienta, todo nos lleva a reaccionar con agresividad. Si no cultivamos la paciencia, siempre tendremos excusas para responder con ira, y finalmente nos convertiremos en personas que no saben convivir, antisociales, incapaces de postergar los impulsos, y la familia se volverá un campo de batalla. … El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía”.
En el párrafo 133 de este mismo capítulo sobre el amor, el Papa Francisco dice que en la familia, es necesario utilizar con frecuencia tres palabras: “permiso”, “gracias” y “perdón”: “Cuando en una familia no se es entrometido y se pide ‘permiso’, cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir ‘gracias’, y cuando en una familia uno se da cuenta que hizo algo malo y sabe pedir ‘perdón’, en esa familia hay paz y hay alegría. No seamos mezquinos en el uso de estas palabras, seamos generosos para repetirlas día a día, porque algunos silencios pesan, a veces incluso en la familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. En cambio, las palabras adecuadas, dichas en el momento justo, protegen y alimentan el amor día tras día”.
En el Capítulo 2, el Papa Francisco escribe sobre las experiencias vividas por las familias hoy día, menciona los muchos desafíos que enfrentan las familias de refugiados y migrantes, la confusión causada por el individualismo rampante y la negación ideológica de las diferencias entre hombres y mujeres, los daños infligidos por la pornografía y el abuso infantil y las necesidades especiales de los padres con hijos con discapacidades. Cierra este capítulo recordándonos que no hay (#57) “un estereotipo de la familia ideal, sino un interpelante ‘mosaico’ formado por tantas realidades diferentes, colmadas de gozos, dramas y sueños”. Y luego el Santo Padre declara lo que él quiere hacer en este documento: “Las realidades que nos preocupan son desafíos. No caigamos en la trampa de desgastarnos en lamentos autodefensivos, en lugar de despertar una creatividad misionera. En todas las situaciones, la Iglesia siente la necesidad de decir una palabra de verdad y de esperanza”.
Con el fin de ofrecer “una palabra de verdad y esperanza”, los próximos cinco capítulos hacen referencia frecuente a las Sagradas Escrituras y a la enseñanza de la Iglesia que se encuentra en el Magisterio, especialmente del Papa Pablo VI (por ejemplo, Humanae Vitae), el Papa Juan Pablo II (Familiaris Consortio y la Teología del Cuerpo en particular), el Papa emérito Benedicto XVI (Deus Caritas Est) y el Catecismo de la Iglesia Católica. De esta manera, el Papa Francisco nos invita a entender la Exhortación Apostólica en continuidad con la sabiduría y práctica pastoral que nos llegan de la tradición viva de la Iglesia.
No es de extrañar, entonces, que el Santo Padre reafirma verdades controvertidas pero vitales acerca de la indisolubilidad del matrimonio, los derechos y la dignidad de los niños y ancianos, la falsa premisa de uniones del mismo sexo y así sucesivamente; sin embargo presenta esta enseñanza de una manera compasiva y persuasiva.
El Papa Francisco regresa al tema de los niños varias veces, refiriéndose a ellos como “piedras vivas” de la familia (#14ff), “regalo de Dios” a ser bienvenidos y nunca robados de “su infancia y su futuro” (#166). Todo del Capítulo 7 está dedicado a la educación de los niños. Los padres encontrarán aquí muchos consejos oportunos; por ejemplo (#260): “Necesita plantearse a qué quiere exponer a sus hijos. Para ello, no se debe dejar de preguntarse quiénes se ocupan de darles diversión y entretenimiento, quiénes entran en sus habitaciones a través de las pantallas, a quiénes los entregan para que los guíen en su tiempo libre”.
El Capítulo 8 de Amoris Laetitia trata de cuestiones de cómo responder pastoralmente a los divorciados y vueltos a casar civilmente y a otros que se encuentran en situaciones complejas e irregulares. El Santo Padre aborda estas situaciones pastoralmente sensibles a través del lente de la misericordia. Él dice (#291): “No olvidemos que, a menudo, la tarea de la Iglesia se asemeja a la de un hospital de campaña”.
Luego, el Papa Francisco pide un enfoque pastoral de acompañamiento y discernimiento, que busca (#291) “acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza …”.
Al mismo tiempo, mientras nos insta a contactar y ayudar a cada persona a encontrar su manera correcta de participar en la Iglesia, señala la necesidad de (#299) “evitando cualquier ocasión de escándalo”.
El último capítulo está dedicado a la espiritualidad del matrimonio y la familia. En esta parte, el Papa Francisco anima a los miembros de la familia a (#323): “contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él”. Luego, cierra con esta perspectiva útil (#325): “Ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar. … Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites. … No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido”.
En los próximos meses, espero profundizar más en este importante documento sobre el amor en la familia. Mientras tanto, amémonos unos a otros con el amor que nos viene de nuestro Padre celestial y nos hace una familia en Su Hijo.