“En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario …. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla” (Gaudium et spes, #16).
La Exhortación Apostólica del Papa Francisco en la alegría del amor en la familia da atención especial a esta enseñanza básica en la conciencia que llega a nosotros del Concilio Vaticano II. Por eso le pide a los párrocos de la Iglesia a “acompañar con atención y cuidado” todos los que han sufrido toda ruptura del vínculo matrimonial con el propósito de “… dándoles de nuevo confianza y esperanza” (#291). El discernimiento pastoral es necesario, junto con paciencia y perseverancia, para descubrir cómo “entrar en diálogo” con los que “desconfíen del matrimonio y convivan, postergando indefinidamente el compromiso conyugal, mientras otros ponen fin al compromiso asumido” (#293). Debemos aprender a “identificar elementos que favorezcan la evangelización y el crecimiento humano y espiritual” (Ibíd.).
El Santo Padre dedica una sección de Amoris Laetitia a libertad y conciencia (#33-37), dos conceptos que son frecuentemente mal entendidos hoy en día. El Papa Francisco dice (#34) “… hoy es fácil confundir la genuina libertad con la idea de que cada uno juzga como le parece, como si más allá de los individuos no hubiera verdades, valores, principios que nos orienten, como si todo fuera igual y cualquier cosa debiera permitirse”.
La licencia y libertad no son lo mismo. Ser libre no significa que podemos hacer cualquier cosa que queremos hacer, que podemos ignorar los deberes que tenemos uno al otro, dentro de la familia y más allá. La libertad es la oportunidad y el deber de ser quien Dios nos creó para ser y para cumplir su plan para nuestra vida.
A pesar de la gran confusión entre la libertad y la licencia, por lo tanto, nosotros el clero y otros que tienen el privilegio de ayudar a los fieles que se enfrentan a problemas matrimoniales difíciles, necesitamos tener en cuenta que (#37) “pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas”.
La Iglesia ayuda a las personas a formar su conciencia conforme a lo que es amoroso y verdadero. Como enseña el Catecismo (#1783), “La educación de la conciencia es indispensable a seres humanos sometidos a influencias negativas y tentados por el pecado a preferir su propio juicio y a rechazar las enseñanzas autorizadas”.
Nuestra conciencia está tan estrechamente vinculada a nuestra dignidad personal e integridad que estamos obligados a seguirla, aunque esté equivocada. En otras palabras, nuestra integridad requiere que hagamos lo correcto aún cuando en la realidad nuestra manera de pensar esté mal. Esta es la razón por la que Santo Tomás Moro pudo honestamente decir a su amada hija Meg que era importante que ella siguiera su conciencia, aun cuando no concordara con la suya. Él también sabía, sin embargo, que cuando actuamos con conciencia errónea, aunque de buena fe y, por lo tanto, no siendo culpable de pecado, el daño resulta, es decir, que nosotros y otros sufrirán las consecuencias. Los actos que son objetivamente malos siempre causan daño, al igual que el cianuro es venenoso. Por esta razón tenemos la obligación de formar nuestras conciencias de acuerdo con la verdad. Rehusara esta obligación es separarse uno mismo de la verdadera libertad. Como Jesús enseña (Juan 8:32), “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
Consciente de que hoy muchos, incluyendo dentro de la Iglesia, tienen una comprensión imperfecta del plan de Dios para el matrimonio, el Santo Padre exhorta a los párrocos y otros miembros calificados de la Iglesia para ayudar a “revelarles la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la plenitud del designio que Dios tiene para ellos …” (#297). Estamos para ayudar a nuestra gente a tener una fe más viva en Cristo y confiar en la verdad, especialmente cuando es incomprendido o incluso se contradijo en la cultura popular.
En la próxima edición de The Catholic Sun, tomaré el tema de formación de la conciencia en mayor detalle, usando la enseñanza de la Iglesia sobre este tema (sobre todo como se encuentra en el Catecismo, #1783-1785) y de la reciente exhortación apostólica Amoris Laetitia del Santo Padre, la alegría del amor en la familia.