Por Cindy Wooden
Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — En el ministerio a los jóvenes, y especialmente en el trabajo de promover las vocaciones, hay que salir de la sacristía y tomar en serio las preguntas y preocupaciones de los jóvenes, dijo el papa Francisco.
Los jóvenes están buscando relevancia y la mejor respuesta es ir a donde ellos están, detenerse y escucharlos y entonces llamarlos a seguir a Jesús, dijo el papa el 21 de octubre.
Reuniéndose con los participantes en una conferencia de promoción de vocaciones auspiciada por la Congregación para el Clero, el papa Francisco enfatizó la necesidad de que los que trabajadores eclesiásticos estén moviéndose y haciendo lo que Jesús hizo con sus discípulos y decirles “sígueme”.
“El deseo de Jesús es poner a la gente en un viaje, moviéndolos del letal estilo de vida sedentario y penetrando la ilusión de que pueden vivir felizmente mientras se mantienen sentados cómodamente en medio de sus certidumbres”, dijo el papa Francisco.
La búsqueda y el deseo de explorar que le viene naturalmente a la mayoría de los jóvenes “es el tesoro que el Señor pone en nuestras manos y que debemos cuidar, cultivar y hacer florecer”, dijo el papa.
El cuidado es clave, él dijo. Este requiere la capacidad de “discernimiento, el cual acompaña a la persona jamás tomando control de su consciencia o fingiendo controlar la gracia de Dios”.
La promoción de las vocaciones, que es responsabilidad de todo católico, dijo el papa, tiene que seguir los mismos pasos que Jesús usó cuando se movía entre la gente.
“Jesús se detenía y se fijaba en la mirada del otro, sin apuro”, él dijo. “Esto es lo que hace atractivo y fascinante su llamado”.
Jesús no se quedaba en “la fortaleza segura de la rectoría”, dijo el papa, sino que salía hacia las ciudades y villas, pausando para escuchar a la gente con quien topaba, “asimilando el deseo de aquellos que lo buscaban, la desilusión de una noche fallida de pesca, la ardiente sed de una mujer que fue al pozo a buscar agua o la fuerte necesidad de cambiar la vida de uno”.
“De igual manera, en vez de reducir la fe a un libro de recetas o a una colección de normas a observarse, podemos ayudar a los jóvenes a hacer las preguntas correctas, a salir en su viaje y a descubrir la alegría del Evangelio”, él dijo.
Todo pastor y, particularmente todos los involucrados en ayudar a los católicos jóvenes a discernir sus vocaciones, él dijo, tienen que tener un estilo pastoral que sea “atento, no apurado, capaz de detenerse y descifrar profundamente, de entrar en la vida del otro sin jamás hacer que él o ella se sienta amenazado o juzgado”.
El papa Francisco le dijo a los participantes en la conferencia que a él nunca le ha gustado hablar de la pastoral de vocaciones como una oficina en la cancillería diocesana o en la sede de una orden religiosa. Esta no es una oficina ni un proyecto porque se trata de ayudar a alguien a conocer al Señor y a contestar el llamado del Señor.
“Aprendan del estilo de Jesús, quien iba a los lugares de la vida cotidiana, se detenía sin apuro y, mirando a sus hermanos y hermanas con misericordia, los llevaba a un encuentro con Dios el padre”, dijo el papa.
Mientras miran a los jóvenes con misericordia, los directores de vocaciones y los obispos también tienen que evaluar a los candidatos al sacerdocio con “precaución (y) sin ligereza o superficialidad”, él dijo. “Especialmente a mis hermanos obispos digo: vigilancia y prudencia. La iglesia y el mundo necesitan sacerdotes maduros y equilibrados, pastores que sean intrépidos y generosos, capaces de intimidad, escuchar y misericordia”.
El trabajo de promoción de vocaciones puede ser frustrante y desalentador a veces, dijo el papa Francisco, “pero si no nos encerramos en lloriqueo y seguimos saliendo a proclamar el Evangelio, el Señor se quedará con nosotros y nos dará la valentía de tirar las redes otra vez aun cuando estemos cansados y decepcionados al no haber pescado nada”.
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