ARRIBA: Los nuevos sacerdotes el P. Vihnson Nguyen, el P. John Nahrgang y el P. Frankie Cicero se unen con el Obispo Thomas J. Olmsted y el Obispo Auxiliar Eduardo A. Nevares después de sus Misa de Ordenación el 16 de junio. (Billy Hardiman/CATHOLIC SUN)
CHANDLER — Dios continúa llamando a todo tipo de trabajadores para que sirvan en Su viña.
Eso es algo que los católicos saben en su corazón de los ejemplos de San Pablo, San Dismas (el “Buen Ladrón” de la cruz), San José y otros. Varios cientos de fieles lo presenciaron en la vida real en la Parroquia San Andrés Apóstol el 16 de junio cuando el Obispo Thomas J. Olmsted ordenó a tres jóvenes para el sacerdocio.
Hubo uno que perdió a su madre a los 3 años, pero continuó viendo el modelo de fe en su padre y sus hermanos. Otro perdió a su padre cuando estaba en el seminario, y batalló contra enfermedades graves durante la formación. El tercero ni siquiera creció como católico.
El trío — conformado por los Padres Frankie Cicero, John Nahrgang y Vinhson Ngueyn — ahora puede tomar el lugar de Cristo el sumo sacerdote por siempre, mientras sirven al creciente y diverso viñedo que es la Diócesis de Phoenix. Fueron unas de las ocho ordenaciones de hombres a nivel local para diversos roles en la Iglesia desde mayo.
En una liturgia prolongada y altamente emotiva, pero también atiborrada, los hombres de Phoenix prometieron fidelidad a sus obispos actuales y futuros, se postraron mientras la multitud invocaba toda la Letanía de los Santos para orar por ellos y permanecieron una gran cantidad de tiempo arrodillados al pie del altar para la imposición de manos.
La ceremonia de ordenación también provocó lágrimas genuinas de alegría, reverencia generalizada, e incluso algunas risas. Comenzó con el recordatorio del obispo de que por la providencia de Dios, los hombres celebrarían su primera Misa el Día del Padre.
“Ejercerán una paternidad fortalecida sacramentalmente”, dijo el obispo. Les advirtió “como un padre amoroso”, para que siempre conserven la alegría del Evangelio.
“Lo que los hijos e hijas de Dios necesitan son padres de misericordia, verdaderos íconos de Dios, portadores gozosos de las buenas nuevas de Cristo”, recalcó el obispo.
El P. Nahrgang y el P. Nguyen esperaban poder ofrecer el sacramento de la Reconciliación. Ese sacramento fue de utilidad para el P. Nguyen a lo largo de su viaje de discernimiento, y el P. Nahrgang quiere obtener experiencia en ofreciendo dirección espiritual dentro y fuera del confesionario.
“La vocación y todo eso, es un gran misterio. Es importante estar abierto a ello. Nunca se sabe cómo Dios podría actuar”, contó el P. Nahrgang a docenas de jóvenes y niños durante un almuerzo de vocaciones después de la Misa. El ex feligrés de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que también discernió con una orden religiosa, es una prueba. Una Misionera de la Caridad dijo que tenía el semblante de un sacerdote incluso antes de ser católico.
Ambos, el P. Nahrgang y el P. Cicero, consideraron la imposición de manos como momento clave para ellos durante la Misa que duró más de 180 minutos.
“Sentí su paternidad, su compañerismo, su camaradería, su bienvenida, todas estas emociones cuando sentí sus manos sobre mi cabeza y las gracias de todo eso, las lágrimas siguieron brotando”, dijo el P. Nahrgang.
Las lágrimas también corrían al otro lado de los escalones del altar. El P. Cicero estaba visiblemente conmovido durante la imposición de manos. Fue una respuesta a las oraciones.
“Le pedí al Señor un obsequio hoy. Pedí que me sintiera abrumado”, dijo el P. Cicero. Cada vez que le tocaba el turno a un grupo particular de sacerdotes que lo arropó cuando su padre biológico falleció hace unos años, la oración del nuevo sacerdote fue claramente respondida.
“Sentí el poder del Espíritu Santo fluir a través de ellos. Fue más poderoso debido a la paternidad que jugaron en mi vida”, explicó el P. Cicero.
Un momento clave en la Misa para el P. Nguyen vino poco después. Los sacerdotes que influyeron en su vocación ayudaron a sus nuevos hermanos a vestirse por primera vez (con la casulla).
“Justo después de vestir mi saco y la casulla de sacerdote, fue una de las primeras veces que levanté la vista. Todos los sacerdotes y obispos estaban sorriéndome,” dijo el P. Nguyen. El Diácono Billy Chavira, como maestro de las ceremonias, le dijo a él, “Padre, por aquí.” Fue entonces cuando le tocó la fraternidad que él disfrutaba como seminarista y ahora se transfirió a una hermandad de sacerdotes exponencialmente mayor.
El Obispo Olmsted expresó su gratitud a una serie de miembros de la familia, parroquias y guerreros de oración por alimentar estas últimas vocaciones sagradas. Eso incluía a los que estaban enfermos y ofrecían sus sufrimientos.
El P. Cicero se aprovechó de ese pensamiento.
“No, no pierdan la oportunidad en medio del sufrimiento de aprovechar las gracias del Señor”, les dijo a los jóvenes varones y niños después de la Misa. “Si te mantienes enfocado en el Señor, experimentarás una fortaleza y perseverancia más grandes que puedes imaginarlo alguna vez”.