Santa, pero con necesidad de la purificación
Quinta de una Serie
Después de haber abordado ciertos aspectos de los escándalos que tanto han herido la Iglesia en las últimas décadas, deseo ahora examinar la cuestión de lo que se puede hacer. Espero que esto inspire a agradecimiento por el bien que se está haciendo y su fiel compromiso en más purificación y fortalecimiento de nuestra Iglesia local.
Con la sabiduría que viene de Dios
Proverbios nos dice que “junto con la arrogancia llega la ignominia, pero la sabiduría está con los humildes” (11:2). Para hacer un progreso real, debemos empezar con el reconocimiento humilde y franco de la maldad que se ha hecho por quienes tienen la sagrada obligación de proteger y servir a los niños en nuestras parroquias y escuelas. Como fue señalado por el Papa Benedicto XVI hace ocho años, nuestro enfoque debe excluir cualquier tendencia “a favorecer al clero y otras figuras de autoridad y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar escándalos” en lugar de una acción urgente para proteger a los niños del daño y el riesgo de separarse de Nuestro Dios Amoroso (Cf. Carta Pastoral a los Católicos de Irlanda).
En los últimos años, el liderazgo de la Iglesia, con el asesoramiento de expertos en campos tales como la aplicación de la psicología y el derecho, han tomado medidas sabias de maneras que han llevado a la protección de jóvenes y adultos vulnerables en nuestras parroquias y escuelas. Esto ha llevado al desarrollo de los procesos de evaluación integral para el clero, religiosos, seminaristas y empleados que tienen contacto con los jóvenes y otros vulnerables. Para aquellos que ingresan a la formación para la vida clerical, la protección es mucho más extensa e incluye profundas exámenes psicológicos, controles de fondo y una serie de entrevistas y evaluaciones que ocurren durante un período de al menos siete años. Hay sabiduría en las normas de la Iglesia, y tristemente hemos visto las consecuencias de no retener a tales normas.
Incluso para los voluntarios, la aplicación de la protección incluye aplicaciones, entrevistas, un código de ética y, referencia y una verificación de antecedentes. En nuestra diócesis, esto equivale a aproximadamente 30,000 adultos anualmente. Este entrenamiento ayuda a todos los involucrados en el ministerio para reconocer y denunciar los comportamientos inapropiados. Incluye formación sobre los límites saludables y políticas para mantener ambientes seguros; mantener una cultura de seguridad; aumentar la conciencia de los signos de abuso y de “engaño” es decir, prestando una atención excesiva a un menor; y las interacciones apropiadas entre adultos y menores.
Además, somos bendecidos para tener la ayuda de nuestro Consejo Diocesano de Revisión que consta primordialmente de laicos profesionales establecidos para revisar y hacer determinaciones sobre todas las acusaciones contra el clero. La composición de este consejo incluye un oficial de la ley, un psicólogo, un juez, un médico, un maestro y un párroco.
Con el poder que viene de Dios
Tales problemas y las crisis no deben ser demasiados espiritualizados. Al mismo tiempo, no podemos ser tan necios como para creer que el engañador Satanás no está aquí al acecho y buscando la oportunidad para dividir y herir el Cuerpo de Cristo. Por esta razón, los Apóstoles como Pedro y Pablo hacen fuertes declaraciones en este sentido. San Pablo escribe: “no se … permitan que la noche los sorprenda enojados, dando así ocasión al demonio” (Ef 4:26f). San Pedro escribe: “Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo firmes en la fe” (1 Pe 5:8f). Ningún problema puede ser resuelto solamente con medios humanos simples. Después de todo, el Señor nos dice “… separados de mí, nada pueden hacer” (Jn 15:5).
Lo que se debe hacer aquí en la Diócesis de Phoenix, o dondequiera que la reforma dentro de la Iglesia es necesario, incluye algo mucho más profundo que las decisiones prácticas. Lo que debe suceder es la conversión. Los escándalos son la manifestación de una crisis de fe. Por lo tanto, los escándalos serán sanados por la fe fuerte, valor espiritual y heroica confianza en nuestro Señor.
Por esta razón, nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, nos recordó en su carta abierta a raíz de estos escándalos que nos enfoquemos “más en la oración” (Carta al Pueblo de Dios). Él dijo que “por medio de la actitud orante y penitencial podremos entrar en sintonía personal y comunitaria con esta exhortación para que crezca entre nosotros el don de la compasión, de la justicia, de la prevención y reparación”.
En respuesta a esta llamada a la oración y la penitencia del Papa Francisco entre otros, había un grupo de hombres en nuestra diócesis que decidió ser “buenos administradores de su ira.” En lugar de apartarse de la Iglesia o ceder a la desesperación, se unieron entre sí por 90 días de ayuno de muchas de las comodidades de la vida cotidiana como la tecnología innecesaria, refrigerios entre las comidas y otras comodidades que damos por sentado. Junto con esto, se comprometieron a la oración diaria, el ejercicio y la hermandad intencional como hicieron estas prácticas ascéticas. Lo que estos hombres descubrieron era notable. No sólo lo hacen estas prácticas para la reparación de daños causados en la Iglesia, encontraron que éstas les hacían mejores hombres de Dios. Estaban más atentos a sus familias, más disponibles a sus esposas e hijos y más libres de todas las distracciones que nos impiden ser realmente presentes a Dios y al prójimo.
San Pablo escribe: “¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él” (1 Co 12:26). Estas palabras también implican que si uno de los miembros busca mayor conversión y unión con Jesucristo, beneficiará a todos los miembros. El poder purificador y fortalecedor del Espíritu Santo en nosotros trae nuestras conversiones, el Cuerpo de Cristo es purificado y fortalecido. Estar unidos a Cristo en el Bautismo, sabemos que si uno está buscando reparación y hace ofertas en la reparación, el cuerpo de hecho se beneficiará.
Aquí me gustaría animarles a nunca infravalorar su rezo privado y oculto al Señor, tu tiempo en silencio de Adoración, su recepción digna, reverente y frecuente de la Sagrada Comunión y la práctica del Sacramento de la Confesión. Estas acciones por sí mismas son actos de amor a Jesús nuestro Señor que está presente en el sufrimiento de estos escándalos.
De esta forma, estamos aprovechando el poder que viene de Cristo. Como lo he hecho en anteriores columnas, otra vez pido tu oración diaria por los que somos llamados a ministrar a ustedes en estos tiempos. También pido tu oración diaria por las vocaciones: pedirle al Señor de la mies que envíe obreros a su viña. Aquí otra vez, especialmente deseo agradecer a los miembros del Club Serra que ofrecen diariamente oraciones por las vocaciones sacerdotales y religiosas.
Together Let Us Go Forth ~ Juntos Sigamos Adelante
Finalmente, es importante recordar que esto no es un momento de temor o para dar la espalda a la Buena Nueva que Jesús nos ofrece y nos pide compartir con los demás. Tengan en cuenta el testimonio de los Apóstoles. Justo después de que miembros clave de la Iglesia, el clero (es decir, los Apóstoles nombrados por Cristo mismo) actuaban de manera escandalosa, la Iglesia no dejó atrás su misión. Judas traicionó, Pedro negó, Tomás dudó y muchos otros abandonaron a nuestro Señor. Sin embargo, a medida que el poder del Espíritu Santo vino, los Apóstoles restantes no permitieron que estos pecados los alejaron de su misión de evangelizar. De hecho, este fue un tiempo de evangelización excepcionalmente potente.
En los últimos años, hemos participado en una campaña que se enfoca en el discipulado y la evangelización bajo el título “Together Let Us Go Forth ~ Juntos Sigamos Adelante”. Poco sabemos lo importante que serían estas palabras en nuestro contexto actual. Como la mayoría de los Apóstoles no pudieron ser retenidos por sus propios fracasos pasados o incluso por los pecados de aquellos que traicionaron a Jesús o apostatizaron, no debemos ser retenidos de salir y proclamar a Jesucristo a esta generación. De ninguna manera esto implica ignorar el pecado grave, más bien debemos ir adelante conscientes de la realidad del pecado y siempre diligentes para proteger a la Iglesia de él.
Les dejo con las palabras de Chris Stefanick, un valiente evangelista laico de nuestro tiempo que dijo: “Nunca dejaré que Judas me aleje de Cristo. En cada crisis en la Iglesia Dios envía a los santos como la solución. Este es un momento de profunda crisis. Dios nos llama a ser santos”. Estos santos, por el poder de Cristo, podemos ser tú y yo.