Por Andy Miller, Consejero de Servicios Familiares, St. Francis Catholic Cemetery

Hace seis meses, cuando inicié mi trabajo de coordinador de servicios familiares en el Cementerio Católico San Francisco, no tenía ni la menor idea de que estaba llegando exactamente a donde debía de estar.

Cuando me incorporé a la Funeraria y Cementerio Católico, nunca antes había trabajado en un cementerio. Sin embargo, había trabajado en el servicio de individuos y familias. Recientemente trabajé en el seminario en Nebraska, mientras estaba en discernimiento. Allí, me encontré con mucha gente durante uno de los momentos más vulnerables de sus vidas, tales como enfermedad o alguna otra desgracia.

Cuando finalmente dejé el seminario, Dios me llevo a San Francisco, donde de una manera diferente, continue con el ministerio de las familias durante su tiempo de necesidad. Cuando las familias entran por nuestras puertas, frecuentemente están tristes, abrumados e incluso dudosos. En mi función, me siento honrado y bendecido de ser un recurso de apoyo constante para ellos; mientras pasan por el difícil proceso de tomar decisiones para los arreglos finales de sus seres queridos.

Muchas veces, las familias me dicen que nunca han hecho esto antes. En el caso de que su ser querido no allá hecho planes pre-arreglados, yo puedo guiarlos por el proceso, paso a paso. Como su consejero de servicio familiar, yo soy su punto de contacto directo desde el momento en que ellos entran a nuestro edificio, hasta el tiempo cuando ellos den su última despedida en la tumba, nicho o mausoleo.

También estoy aquí para ayudarlos meses o años después, si necesitan ayuda en el diseño o instalación de una lápida, en el mantenimiento de la tumba o si solamente necesitan a alguien con quien rezar. El tener una cara conocida aquí puede ser un consuelo y yo sé que, hasta un pequeño gesto, puede hacer una gran diferencia en una familia que está de luto.

Mientras encuentro gran satisfacción en cada parte de mi trabajo, lo que me más me llena es cuando puedo compartir con las familias la enseñanza de la iglesia Católica de la necesidad de orar por nuestros seres que han partido y la resurrección de su cuerpo, mientras les ayudamos a hacer los mejores arreglos finales para sus seres queridos, de acuerdo con su fe. Es verdaderamente una alegría el poder tranquilizar a las familias en duelo asegurándoles que están en las manos de Dios.