
Holy Father passes away Monday at the age of 88
“With deep sorrow, yet with enduring hope in the Resurrection, we mourn the passing of our Holy Father, Pope Francis. A shepherd to the world, he was a man who listened—truly listened—not only to the faithful within the Church but to people of all faiths and goodwill. He reminded us that even those without faith in God could offer their kind thoughts, and he humbly welcomed them.
“Pope Francis was a man of accompaniment, walking alongside the poor, the marginalized, migrants, refugees, and the displaced. His heart was always with those on the peripheries, and he tirelessly advocated for their dignity and rights. His most recent Synod on Synodality provided a roadmap for the Church’s future, one rooted in encounter and listening. ‘Todos, todos, todos,’ he would say—everyone belongs in the conversation, for the Church is the home of all.
“I was particularly moved by his deep concern for the oppressed, the poorest of the poor, and those who struggle with mental health. His witness to Christ’s love and mercy brought hope to so many who felt forgotten. At a time when the Church risked turning inward, Pope Francis was the right hope—calling us to reclaim our ecumenical and interreligious spirit of dialogue.
“He challenged world leaders, the wealthy, and the middle class never to lose sight of the Gospel’s moral imperative: ‘Do unto others as you would have them do unto you.’ To bishops and priests, he urged a rejection of clericalism, calling us instead to be true pastors, close to the people, with the ‘smell of the sheep’ upon us. He lived this call himself, reaching out with tenderness and compassion to all of God’s children. Now, in this Jubilee Year of Hope, we hear his voice once more: Do not despair. Hope in God will not disappoint. Even in a world torn by turmoil and hopelessness, his life and message remind us that our hope in Christ is never in vain.
“For a man who spent his life hoping in Christ, the Redeemer of the world, we now offer our prayers and thoughts, trusting that our Heavenly Shepherd will lift this worthy servant upon His shoulders and carry him into eternal joy. Eternal rest grant unto him, O Lord, and let perpetual light shine upon him. May he rest in peace. Amen.”
Bishop John Dolan, Diocese of Phoenix
La Diócesis de Phoenix lamenta la pérdida del Papa Francisco
El Santo Padre fallece este lunes a los 88 años
“Con profundo dolor, pero con una esperanza firme en la Resurrección, lamentamos el fallecimiento de nuestro Santo Padre, el Papa Francisco. Pastor del mundo, fue un hombre que escuchaba—verdaderamente escuchaba—no solo a los fieles dentro de la Iglesia, sino también a personas de todas las religiones y de buena voluntad. Nos recordaba que incluso aquellos sin fe en Dios podían ofrecer pensamientos bondadosos, y él los acogía con humildad.
“El Papa Francisco fue un hombre de acompañamiento, caminando junto a los pobres, los marginados, los migrantes, los refugiados y los desplazados. Su corazón siempre estuvo con los que vivían en las periferias, y defendió incansablemente su dignidad y sus derechos. Su más reciente Sínodo sobre la Sinodalidad brindó una hoja de ruta para el futuro de la Iglesia, basada en el encuentro y la escucha. ‘Todos, todos, todos’, solía decir—todos pertenecen a la conversación, porque la Iglesia es el hogar de todos.
“Me conmovió profundamente su preocupación por los oprimidos, los más pobres entre los pobres y aquellos que luchan con su salud mental. Su testimonio del amor y la misericordia de Cristo trajo esperanza a tantos que se sentían olvidados. En un momento en que la Iglesia corría el riesgo de volverse hacia adentro, el Papa Francisco fue la esperanza justa—llamándonos a recuperar nuestro espíritu ecuménico e interreligioso de diálogo.
“Desafió a los líderes mundiales, a los ricos y a la clase media a no perder de vista el imperativo moral del Evangelio: ‘Traten a los demás como ustedes quieren ser tratados’. A los obispos y sacerdotes, los instó a rechazar el clericalismo, llamándonos a ser verdaderos pastores, cercanos al pueblo, con el ‘olor de las ovejas’ sobre nosotros. Él mismo vivió ese llamado, extendiendo con ternura y compasión sus brazos a todos los hijos de Dios. Ahora, en este Año Jubilar de la Esperanza, escuchamos su voz una vez más: No desesperen. La esperanza en Dios no defrauda. Aun en un mundo desgarrado por la confusión y la desesperanza, su vida y su mensaje nos recuerdan que nuestra esperanza en Cristo nunca es en vano.
“Por un hombre que pasó su vida esperando en Cristo, el Redentor del mundo, ahora ofrecemos nuestras oraciones y pensamientos, confiando en que nuestro Pastor Celestial levantará a este siervo digno sobre Sus hombros y lo llevará a la alegría eterna. Concédele, Señor, el descanso eterno, y brille para él la luz perpetua. Que descanse en paz. Amén.”
Obispo John Dolan, Diócesis de Phoenix